La esposa de Manoah ofrece una perspectiva tranquilizadora ante el miedo y la incertidumbre. Ella le asegura a Manoah que la aceptación de sus ofrendas y las revelaciones que han recibido son signos de la gracia de Dios, no de Su ira. Este momento subraya una profunda confianza en el carácter y las intenciones de Dios. Enseña que las acciones de Dios son deliberadas y están destinadas al bien, incluso si no se comprenden de inmediato. Su razonamiento refleja una fe que va más allá de los temores inmediatos hacia la narrativa más amplia del plan de Dios. Este pasaje anima a los creyentes a confiar en las promesas de Dios y a interpretar Sus acciones como signos de Su relación continua y compromiso con ellos. Sirve como un recordatorio de que la aceptación de nuestras ofrendas y Su comunicación con nosotros son indicadores de Su amor y propósito, no de un juicio inminente. Esta historia nos invita a enfrentar nuestros miedos con fe, confiando en que los planes de Dios son para nuestro bien último.
Y su mujer le dijo: Si Jehová nos quisiera matar, no hubiera recibido de nuestras manos holocausto y ofrenda, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni ahora nos hubiera anunciado esto.
Jueces 13:23
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