Jefté, un líder inesperado debido a su trasfondo, es elegido por Dios para liberar a Israel de la opresión de los amonitas. La llegada del Espíritu de Jehová sobre Jefté significa un empoderamiento divino, dotándolo de la valentía, sabiduría y fuerza necesarias para liderar a su pueblo. Este momento marca un punto crucial en su vida, ya que pasa de ser un marginado a un líder designado por Dios.
El trayecto a través de Galaad y Manasés hasta Mizpa no solo representa un movimiento físico, sino también una preparación espiritual. El camino de Jefté está marcado por la fe y la determinación, confiando en la guía del Señor. La presencia del Espíritu es un poderoso recordatorio de que Dios no abandona a su pueblo en tiempos de necesidad, sino que les proporciona los recursos para superar a sus adversarios. Este pasaje anima a los creyentes a confiar en el Espíritu Santo para obtener fuerza y guía, especialmente cuando enfrentan desafíos abrumadores, reforzando el mensaje de que Dios capacita a aquellos a quienes llama para cumplir con sus propósitos.