El versículo no está presente en los manuscritos más antiguos y confiables del Evangelio de Juan, lo que ha llevado a que muchas traducciones modernas lo omitan o lo incluyan en una nota al pie. Tradicionalmente, se describe a un ángel que descendía para mover las aguas del estanque de Betesda, y el primero que entrara en el estanque después del movimiento sería sanado de su enfermedad. Este detalle prepara el escenario para el milagro que Jesús realiza al sanar a un hombre que había estado discapacitado durante 38 años.
La narrativa más amplia destaca la autoridad y compasión de Jesús, ilustrando su poder para sanar y transformar vidas. Subraya el tema de la gracia y la misericordia divinas, mostrando que la sanación y la restauración vienen a través de la fe en Jesús. La historia anima a los creyentes a mirar más allá de creencias tradicionales o supersticiosas y a confiar en Cristo, quien ofrece una sanación verdadera y completa. Este pasaje, a pesar de las variaciones textuales, sirve como un recordatorio de la esperanza y la renovación que Jesús trae a aquellos que lo buscan.