En este momento íntimo, Jesús se dirige a sus discípulos con gran afecto, llamándolos 'Hijitos'. Este término de cariño resalta la relación cercana que comparte con ellos, similar a la de un padre con sus hijos. Jesús los está preparando para la realidad de su partida, que pronto ocurrirá a través de su crucifixión y ascensión. Reconoce su inminente sensación de pérdida y confusión, ya que lo buscarán pero no podrán seguirlo de inmediato.
Esta declaración no se trata solo de una separación física, sino también del viaje espiritual que les espera. Jesús va a un lugar al que aún no pueden seguirlo, lo que significa su regreso al Padre y el cumplimiento de su misión en la tierra. Sin embargo, esta separación es temporal, ya que más adelante promete la llegada del Espíritu Santo para guiarlos y confortarlos. Este pasaje anima a los creyentes a confiar en el plan de Dios, incluso cuando no pueden ver el cuadro completo, y a continuar la misión de amor y servicio que Jesús comenzó.