En este momento, Jesús habla sobre su inminente crucifixión como un momento de glorificación. Esto puede parecer paradójico, ya que la crucifixión fue una muerte humillante y dolorosa, pero Jesús lo ve como el cumplimiento definitivo de su misión. A través de su sacrificio, revela la profundidad del amor de Dios y el poder de la redención. El término 'Hijo del Hombre' se refiere a Jesús mismo, enfatizando su papel como el Mesías que une lo divino y lo humano. Al ir voluntariamente a la cruz, Jesús glorifica a Dios al obedecer perfectamente su voluntad y demostrar amor desinteresado. Este acto de obediencia y amor es la revelación suprema del carácter y propósito de Dios.
La declaración de Jesús también destaca la interconexión entre su gloria y la gloria de Dios. A medida que Jesús cumple su misión, la naturaleza y el plan de Dios se revelan al mundo. Este pasaje anima a los creyentes a ver los desafíos y sacrificios como oportunidades para glorificar a Dios. Nos recuerda que la verdadera gloria no se encuentra en el éxito o reconocimiento mundano, sino en alinear nuestras vidas con la voluntad de Dios y reflejar su amor. A través del ejemplo de Jesús, aprendemos que la glorificación a menudo implica humildad y servicio, lo que conduce a una comprensión más profunda de la presencia de Dios en nuestras vidas.