La resurrección de Lázaro fue un momento crucial en el ministerio de Jesús, demostrando su poder sobre la vida y la muerte. Muchos judíos que vinieron a consolar a María fueron testigos de este milagro y se sintieron impulsados a creer en Jesús. Esta creencia no fue solo un asentimiento intelectual, sino una profunda confianza en Jesús como el Mesías. El milagro sirvió como una señal tangible de la presencia y el poder de Dios, confirmando la identidad y la misión de Jesús. Ilustra cómo ser testigos de la obra de Dios puede transformar corazones y mentes, llevando a una fe más profunda. Este evento también anticipa la victoria definitiva sobre la muerte que Jesús lograría a través de su propia resurrección. Para los creyentes modernos, es un poderoso recordatorio de la esperanza y la seguridad que se encuentran en Jesús, animándolos a confiar en su poder y amor, incluso en situaciones aparentemente imposibles. La historia invita a reflexionar sobre cómo ser testigos de la obra de Dios en nuestras vidas puede fortalecer nuestra fe e inspirar a otros a creer.
Entonces muchos de los judíos que habían venido a ver a María, y vieron lo que Jesús había hecho, creyeron en él.
Juan 11:45
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