La respuesta de Marta a Jesús es un testimonio de su fe en la resurrección, una creencia fundamental en la escatología judía que era prevalente en su tiempo. Ella reconoce que su hermano Lázaro resucitará al final de los tiempos, demostrando su comprensión de las enseñanzas sobre la vida después de la muerte. Esta creencia en la resurrección es una fuente de esperanza y consuelo, especialmente en momentos de duelo y pérdida. Subraya la idea de que la muerte no es el final, sino una transición hacia una nueva vida prometida por Dios.
Las palabras de Marta también preparan el escenario para la profunda revelación de Jesús como la resurrección y la vida, que sigue poco después en la narrativa. Su fe, aunque arraigada en expectativas futuras, está a punto de ser ampliada por las acciones y enseñanzas de Jesús. Esta interacción invita a los creyentes a confiar en las promesas de Dios y a encontrar consuelo en la certeza de la vida eterna. El pasaje anima a los cristianos a aferrarse a la esperanza, incluso frente a la muerte, sabiendo que el amor y el poder de Dios trascienden la tumba.