En este versículo, se insta a los sacerdotes a ponerse saco, una prenda tradicional de luto, como símbolo de profundo dolor y arrepentimiento. La imagen del saco y el luto refleja un sentido profundo de pérdida y la necesidad de humildad ante Dios. Los sacerdotes, que sirven en el altar, son llamados a guiar a la comunidad en la lamentación, ya que las ofrendas regulares, tanto de grano como de bebida, han sido detenidas. Esta cesación de ofrendas significa una ruptura en la relación de pacto con Dios, a menudo vista como consecuencia del pecado o un juicio divino, como la plaga de langostas descrita anteriormente en el capítulo.
El versículo subraya la importancia de que los líderes espirituales tomen la iniciativa en buscar la misericordia y la guía de Dios durante tiempos de crisis. Resalta el papel del arrepentimiento y la oración en la restauración de la relación de la comunidad con Dios. Al pasar la noche en saco, los sacerdotes demuestran un compromiso con la búsqueda del favor y la intercesión de Dios. Este llamado a la acción sirve como un recordatorio de la necesidad de un arrepentimiento sincero y la esperanza de renovación y restauración del culto y las bendiciones.