En este versículo, Dios comisiona a Jeremías con una tarea profunda y desafiante. Se le otorga autoridad sobre naciones y reinos, un papel que implica tanto derribar como edificar. Esta responsabilidad dual significa la naturaleza integral de su misión profética. Las acciones de arrancar y destruir representan la necesidad de confrontar y eliminar la corrupción, la injusticia y las falsedades. Por otro lado, las tareas de edificar y plantar enfatizan la renovación, el crecimiento y el establecimiento de la rectitud y la verdad. Este versículo subraya el poder transformador de la palabra de Dios, que no solo desafía y desmantela lo que está mal, sino que también nutre y fomenta lo que es justo y correcto. La misión de Jeremías es un recordatorio del equilibrio entre el juicio y la misericordia, la destrucción y la creación, reflejando la naturaleza holística de la intervención divina. Sirve como un aliento para abrazar el cambio y la renovación, confiando en el plan final de Dios para la restauración y la esperanza.
Mira que te he puesto en este día sobre las naciones y sobre los reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar.
Jeremías 1:10
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