El llamado de Jeremías como profeta comienza durante el reinado del rey Josías, un periodo de reformas y renovación religiosa en Judá. Este contexto es fundamental, ya que subraya la misión de Jeremías de guiar al pueblo de regreso a Dios en medio de los cambios sociales. La llegada de la palabra de Dios a Jeremías significa que la comunicación divina no está limitada por las circunstancias humanas o el liderazgo. Es un recordatorio de que Dios elige momentos específicos e individuos para llevar a cabo Sus planes, a menudo alineándose con momentos decisivos en la historia. El viaje profético de Jeremías comienza con este encuentro divino, ilustrando que Dios está activamente involucrado en guiar a Su pueblo a través de mensajeros elegidos. Este versículo también asegura a los creyentes que el tiempo de Dios es perfecto y que Sus mensajes se entregan precisamente cuando son necesarios, fomentando la fe y la confianza en Su plan divino.
La historia de Jeremías nos invita a reflexionar sobre cómo cada uno de nosotros puede ser llamado en momentos cruciales de nuestras vidas, recordándonos que la voz de Dios puede llegar en cualquier momento y lugar, instándonos a ser receptivos a Su guía y a cumplir con nuestra misión en el mundo.