Durante una severa hambruna en Egipto, José, quien había ascendido a una posición de gran autoridad, implementó una política económica estratégica para gestionar la crisis. Al establecer una ley que requería que se entregara un quinto de la producción al faraón, José aseguró que hubiera suficiente alimento para sostener a la población y mantener la estabilidad del reino. Esta política no solo atendió las necesidades inmediatas del pueblo, sino que también fortaleció el control del faraón sobre la tierra, ya que la gente intercambiaba sus tierras por comida durante la hambruna.
Curiosamente, la tierra de los sacerdotes estaba exenta de esta ley, lo que indica el estatus especial y el respeto que se otorgaba a los líderes religiosos en la sociedad egipcia. Esta exención aseguraba que los sacerdotes pudieran continuar con sus deberes religiosos sin la carga de la crisis económica. Las acciones de José demuestran su sabiduría y previsión en la gobernanza, equilibrando las necesidades del estado con las necesidades espirituales de la comunidad. El pasaje destaca temas de administración, gestión de recursos y la importancia de apoyar a aquellos que sirven en roles espirituales.