En la construcción de las vestiduras del sumo sacerdote, el pectoral tiene una gran importancia. Está adornado con doce piedras, cada una representando a una de las tribus de Israel. La segunda fila de piedras incluye turquesa, lapislázuli y esmeralda, elegidas por su belleza y rareza. Estas piedras no solo añaden esplendor visual a la indumentaria sacerdotal, sino que también sirven como un recordatorio del papel del sumo sacerdote como mediador entre Dios y el pueblo. La detallada descripción subraya la importancia de las funciones del sumo sacerdote y la sacralidad de su servicio.
El uso de piedras preciosas simboliza el valor que Dios otorga a su pueblo, con cada tribu siendo distinta pero integral al conjunto. Este pasaje invita a reflexionar sobre cómo cada creyente es apreciado y tiene un papel único dentro de la comunidad de fe. También enfatiza la importancia de acercarse a Dios con reverencia y la belleza que se puede encontrar en la adoración y el servicio. Por lo tanto, las vestiduras sacerdotales no son solo una cuestión estética, sino que representan la santidad y unidad del pueblo de Dios.