En este momento de inspección, Moisés asume el papel de líder, asegurándose de que la construcción del tabernáculo se completara según las instrucciones específicas de Dios. Los israelitas habían sido encargados de crear un espacio sagrado donde la presencia de Dios habitaría entre ellos, y su meticulosa adherencia al plano divino era crucial. Al hacer exactamente lo que el Señor había mandado, demostraron su compromiso y reverencia hacia Dios.
La bendición de Moisés sobre el pueblo fue significativa. No fue simplemente un gesto de aprobación, sino una afirmación espiritual de que sus esfuerzos estaban alineados con la voluntad de Dios. Esta bendición subrayó la importancia de la obediencia y la fidelidad en su relación con Dios. También sirvió como un recordatorio del esfuerzo comunitario necesario para cumplir los planes divinos, destacando la unidad y cooperación entre el pueblo. La bendición de Moisés fue una fuente de aliento, reforzando que su arduo trabajo y dedicación eran reconocidos y valorados tanto por su líder como por Dios.