El altar de holocausto era un elemento crucial en el Tabernáculo, representando el compromiso de los israelitas con Dios a través del sacrificio. Construido de madera de acacia, resistente y duradera, y recubierto de bronce, estaba diseñado para soportar el intenso calor de las ofrendas. Las dimensiones del altar—tres codos de alto y cinco codos de ancho—subrayan la importancia de la estructura y el orden en la adoración. Este altar era el sitio donde se realizaban las ofrendas quemadas, sirviendo como un recordatorio tangible de la necesidad de expiación y reconciliación con Dios. Los sacrificios ofrecidos aquí simbolizaban el deseo del pueblo de buscar perdón y mantener una relación correcta con Dios. La presencia del altar en el Tabernáculo resalta la centralidad del sacrificio en las prácticas espirituales de los israelitas, apuntando a temas de arrepentimiento, dedicación y la búsqueda de la santidad. A través de estos rituales, los israelitas expresaban su devoción y obediencia, reconociendo la soberanía y la gracia de Dios en sus vidas.
El altar también prefigura el sacrificio supremo en la teología cristiana, donde el sacrificio de Jesús en la cruz es visto como el cumplimiento del sistema sacrificial, ofreciendo redención y reconciliación para todos.