En el contexto de la antigua Israel, la servidumbre era a menudo una condición temporal, que típicamente duraba seis años. Sin embargo, si un siervo desarrollaba un vínculo profundo con su amo y deseaba seguir siendo parte del hogar, podía optar por hacerlo de manera voluntaria. Esta decisión no se tomaba a la ligera, ya que implicaba un compromiso de por vida. El ritual de perforar la oreja en el umbral de la puerta era una declaración pública de esta elección, simbolizando la dedicación del siervo y la aceptación del amo. Esta práctica subraya el valor del libre albedrío y la importancia de las relaciones personales, incluso dentro de estructuras jerárquicas. También refleja un marco social donde la servidumbre podía transformarse en una relación basada en el respeto mutuo y el afecto, más que en una mera obligación. Este pasaje invita a reflexionar sobre la naturaleza del compromiso y el poder de la elección en la formación del camino de vida de uno, fomentando una comprensión más profunda de la lealtad y el servicio.
Entonces su amo lo llevará ante los dioses, y lo hará acercar a la puerta o al poste, y su amo le horadará la oreja con un punzón; y será su siervo para siempre.
Éxodo 21:6
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