Este versículo forma parte de las instrucciones dadas a los israelitas durante la primera Pascua, un evento crucial en su historia. Dios les ordena usar hisopo para aplicar la sangre de un cordero sacrificado en los umbrales de sus puertas. Este acto sirve como señal para que el Señor pase por alto sus hogares durante la plaga que afectaría a los primogénitos de Egipto. El uso de hisopo, una planta conocida por sus propiedades limpiadoras, subraya la idea de purificación y protección. La sangre en los umbrales simboliza un pacto entre Dios y Su pueblo, marcándolos como Suyos y protegiéndolos del daño.
La directiva de permanecer dentro hasta la mañana es un llamado a confiar en la provisión y protección de Dios. Resalta la importancia de la obediencia y la fe en las promesas divinas. Este evento no solo significa la liberación física de la esclavitud, sino que también prefigura la salvación espiritual. La Pascua se convierte en un símbolo fundamental de redención, resonando en el Nuevo Testamento a través del sacrificio de Jesucristo, a menudo referido como el Cordero de Dios. Este pasaje invita a los creyentes a reflexionar sobre los temas de fe, obediencia y protección divina.