En este versículo, Dios está instituyendo un nuevo calendario para los israelitas, con el mes de su liberación de Egipto como el primer mes de su año. Este acto va más allá de un simple cambio en el calendario; simboliza un nuevo comienzo y un nuevo inicio para el pueblo. Al hacer de este mes el inicio de su año, Dios enfatiza la importancia de recordar su liberación de la esclavitud y el comienzo de su camino hacia la Tierra Prometida. Este momento marca un cambio significativo en su identidad como pueblo, ahora definido por su relación con Dios y sus actos de salvación.
El establecimiento de un nuevo calendario subraya el tema de la renovación y la transformación. Invita a los israelitas a ver sus vidas a través del lente de la liberación de Dios y su guía continua. Este evento fundamental se convierte en una piedra angular de su fe, recordándoles anualmente el poder y la fidelidad de Dios. Para los cristianos de hoy, esto puede ser un recordatorio de la importancia de marcar y recordar la obra de Dios en nuestras vidas, celebrando nuevos comienzos y viviendo en la libertad que proviene de ser parte de la historia redentora de Dios.