Durante un banquete real, una mano misteriosa escribe en la pared, causando gran angustia al rey babilónico. En su desesperación, llama a sus encantadores, astrólogos y adivinos, ofreciéndoles grandes recompensas si pueden interpretar la escritura. El rey promete que quien logre descifrar el mensaje será vestido de púrpura, un color que simboliza la realeza y el honor, y recibirá una cadena de oro, un signo de alto estatus. Además, esta persona será elevada al puesto de tercer gobernante más alto del reino.
Esta escena subraya la dependencia del rey en la sabiduría humana y las prácticas de su cultura para resolver su problema. Sin embargo, también anticipa las limitaciones de tal sabiduría, ya que estos consejeros finalmente no logran interpretar la escritura. Esta narrativa destaca el tema de la soberanía divina y la futilidad de confiar únicamente en la comprensión humana. Sirve como un recordatorio de que la verdadera sabiduría y entendimiento provienen de Dios, quien revela el significado de la escritura a través de Daniel. La historia anima a los creyentes a buscar la guía divina en tiempos de incertidumbre y a reconocer las limitaciones de la sabiduría humana.