En los primeros días de la iglesia cristiana, los creyentes eran conocidos por su adoración alegre y sus relaciones armoniosas con los demás. Este pasaje captura la esencia de su vida comunitaria, donde alabar a Dios era central en sus actividades diarias. Su amor genuino y unidad no solo agradaban a Dios, sino que también eran atractivos para quienes estaban fuera de la comunidad. Al vivir su fe con autenticidad y compasión, ganaron el favor de todas las personas, lo que a su vez llevó al crecimiento de su comunidad. La mano del Señor era evidente en medio de ellos, ya que continuamente añadía a sus números a quienes estaban siendo salvos. Este crecimiento no fue solo resultado de sus acciones, sino también una bendición divina, mostrando que cuando los creyentes se enfocan en la adoración, la comunidad y el amor, Dios trabaja a través de ellos para expandir Su reino. Este pasaje sirve como un recordatorio del poder transformador de vivir una vida que refleja el amor de Cristo y el impacto positivo que puede tener en el mundo.
alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.
Hechos 2:47
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