En este pasaje, Dios declara un tiempo futuro en el que Su Espíritu será derramado abundantemente sobre toda la humanidad, sin distinción de edad, género o estatus social. Esta promesa representa un cambio profundo respecto al pasado, donde la presencia del Espíritu a menudo se limitaba a individuos o grupos específicos. La profecía, las visiones y los sueños mencionados son símbolos de la comunicación directa de Dios, indicando una relación personal y profunda con Él. La inclusión de hijos e hijas en la profecía destaca la participación de ambos géneros en actividades espirituales, rompiendo barreras tradicionales. Los jóvenes que ven visiones y los ancianos que sueñan sueños sugieren que el Espíritu de Dios está activo en todas las generaciones, fomentando una comunidad donde cada uno puede contribuir al camino de la fe. Este mensaje invita a los creyentes a anticipar y abrazar la obra dinámica del Espíritu Santo, alentando la apertura a nuevas revelaciones y guías. Nos asegura que la presencia de Dios es accesible para todos, empoderando a cada persona para participar en Su plan divino.
Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne; y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños.
Hechos 2:17
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