Durante el reinado del rey David, Benaías, hijo de Joiada, fue nombrado comandante de los queretitas y peletitas. Estos grupos no eran soldados comunes; eran guerreros de élite que servían como los guardaespaldas personales de David, asegurando su seguridad y la estabilidad de su reinado. El papel de liderazgo de Benaías significa la confianza que David tenía en él, destacando la importancia de la lealtad y la competencia en los puestos de autoridad.
Además, se menciona que los hijos de David eran sacerdotes, lo que puede parecer inusual ya que el sacerdocio estaba tradicionalmente reservado para los descendientes de Aarón. Sin embargo, esto podría indicar un papel especial o un título honorario, reflejando la estrecha relación entre la monarquía y las prácticas religiosas en Israel. Esta interconexión de los deberes reales y religiosos enfatiza la centralidad de la fe en el gobierno y el enfoque holístico del liderazgo en la antigua Israel. El versículo ilustra la importancia de integrar los valores espirituales con las responsabilidades de liderazgo, fomentando una sociedad donde la fe y el gobierno trabajan de la mano.