En Mileto, Pablo toma una decisión significativa al convocar a los ancianos de la iglesia en Éfeso. Esta acción refleja su profundo compromiso con el bienestar espiritual de las comunidades que ayudó a establecer. Los ancianos, como líderes, desempeñan un papel crucial en el mantenimiento de la fe y las enseñanzas dentro de la iglesia. Al llamarlos, Pablo asegura que la iglesia se mantenga fuerte y guiada por aquellos que son maduros en fe y entendimiento.
Esta reunión no es solo un encuentro; es un momento de transición y preparación. Pablo es consciente de que su viaje pronto lo llevará a Jerusalén, donde anticipa desafíos. Al hablar con los ancianos, está transmitiendo su legado y asegurando que la iglesia continúe prosperando en su ausencia. Este pasaje enfatiza la importancia del liderazgo, el mentorazgo y la continuidad de la fe a través de responsabilidades compartidas. Es un recordatorio de la naturaleza comunitaria del cristianismo, donde los líderes son llamados a servir, guiar y apoyar a sus comunidades en amor y verdad.