Pedro aborda la tendencia de algunos a pasar por alto o olvidar las verdades fundamentales de la fe, especialmente en lo que respecta a la creación. Enfatiza que el mundo no es un producto del azar, sino que fue creado intencionalmente por la palabra de Dios. Esta narrativa de creación subraya el poder y la autoridad de Dios, quien habló y trajo el universo a la existencia. La referencia a que la tierra fue formada de agua y por agua resalta la naturaleza milagrosa y con propósito de la creación.
Este mensaje anima a los creyentes a recordar y confiar en la soberanía de Dios y Su papel activo en el mundo. Sirve como un contrapeso al escepticismo o la incredulidad, recordándonos que la palabra de Dios no solo es poderosa, sino también fundamental para nuestra comprensión del mundo. Al recordar la historia de la creación, Pedro llama a los cristianos a mantenerse firmes en su fe, reconociendo que las promesas y acciones de Dios son fiables y duraderas. Este versículo invita a la reflexión sobre la majestuosidad de la creación de Dios y la seguridad que proviene de saber que Él está en control.