En un periodo de reforma religiosa, el rey Josías ordenó al pueblo celebrar la Pascua, un evento fundamental en la historia judía que marca su liberación de la esclavitud en Egipto. Esta directiva no fue simplemente un llamado a observar un ritual, sino un movimiento significativo para realinear a la nación con sus raíces pactales. La Pascua, tal como se describe en el Libro del Pacto, sirve como un recordatorio de la fidelidad de Dios y la importancia de obedecer Sus leyes.
Las reformas de Josías estaban dirigidas a erradicar la idolatría y restaurar la adoración a Yahveh, el Dios de Israel. Al reinstaurar la Pascua, enfatizaba la necesidad de que el pueblo recordara su identidad y los actos divinos que moldearon su historia. Esta celebración fue un acto colectivo de recuerdo y gratitud, reforzando el vínculo de la comunidad con Dios y entre sí. El liderazgo de Josías en este sentido destaca el papel de la fiel adherencia a la palabra de Dios en la promoción de la renovación espiritual y la cohesión social.