La demanda de Nahás, el amonita, de sacar el ojo derecho de cada israelita era una condición brutal y humillante para alcanzar la paz. En tiempos antiguos, el ojo derecho era crucial para los soldados, especialmente para los arqueros, ya que se utilizaba para apuntar. Al proponer cegar a los israelitas en un ojo, Nahás pretendía debilitar militarmente a los israelitas y traerles vergüenza. Este acto de agresión no solo representaba una amenaza física, sino también psicológica, con el objetivo de desmoralizar al pueblo de Jabes de Galaad y, por extensión, a todo Israel.
La demanda resalta las duras realidades de la guerra antigua y hasta dónde llegarían los enemigos para afirmar su dominio. También subraya la vulnerabilidad de los israelitas en ese momento, que carecían de un liderazgo fuerte y centralizado. Esta crisis se convierte en un momento crucial para Saúl, quien ha sido recién ungido como rey. Le brinda la oportunidad de demostrar su liderazgo y unir a las tribus de Israel para defender a sus hermanos. La situación exige unidad y valentía, preparando el escenario para que Saúl emerja como un líder capaz de proteger y unificar a la nación frente a amenazas externas.