En este versículo, Dios habla al rey David, afirmando su deseo de construir un templo como un lugar de adoración. Sin embargo, Dios revela que no será David, sino su hijo Salomón, quien construirá el templo. Este momento subraya el concepto de tiempo y propósito divinos. El corazón de David estaba en el lugar correcto, pero el plan de Dios involucraba a su hijo asumiendo esta tarea significativa. Esto nos enseña sobre la importancia de la paciencia y la confianza en el tiempo de Dios. Recuerda a los creyentes que, aunque puedan tener buenas intenciones, a veces su papel es preparar el terreno para que otros cumplan los planes de Dios. Este pasaje también enfatiza la continuidad de las promesas de Dios a través de las generaciones, mostrando que los planes de Dios a menudo se extienden más allá de nuestra comprensión inmediata e involucran un diseño más amplio y complejo. Anima a los creyentes a abrazar su parte en el plan de Dios, ya sea para iniciar, apoyar o completar una misión divina.
Pero tú no edificarás la casa, sino tu hijo que saldrá de tus lomos; él edificará la casa a mi nombre.
1 Reyes 8:19
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