En esta declaración, Dios asegura a Su pueblo Su regreso a Sion, que representa Su presencia y bendición. La promesa de habitar en Jerusalén significa una relación renovada entre Dios y Su pueblo, donde Su presencia será central. Jerusalén, al ser llamada la Ciudad de la Verdad, indica una transformación donde prevalecen la verdad y la justicia, reflejando el carácter de Su habitante divino. El monte de Jehová, a menudo un lugar de revelación y adoración divina, será conocido como el Monte Santo, subrayando su sacralidad y la reverencia debida a Dios. Esta profecía ofrece esperanza y aliento, asegurando al pueblo el compromiso inquebrantable de Dios de restaurar y bendecirles. Habla de un futuro donde la presencia de Dios trae paz, justicia y santidad, transformando la comunidad en un faro de fidelidad. Este mensaje de restauración y presencia divina es una fuente de consuelo e inspiración, recordando a los creyentes la promesa perdurable de Dios de estar con Su pueblo y guiarlos hacia un futuro lleno de Su justicia y paz.
Así ha dicho Jehová: Yo regreso a Sion, y habitaré en medio de Jerusalén; y Jerusalén será llamada Ciudad de la verdad, y el monte de Jehová de los ejércitos, monte santo.
Zacarías 8:3
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