En este pasaje, un ángel alaba la justicia y la naturaleza eterna de Dios, enfatizando que Sus juicios son justos. La declaración del ángel subraya un tema central en la teología cristiana: las acciones de Dios son siempre justas y están arraigadas en Su santidad. Este reconocimiento sirve como un recordatorio de que la perspectiva de Dios es eterna, trascendiendo la comprensión humana. A pesar de la severidad de los juicios descritos en el Apocalipsis, se asegura a los creyentes que forman parte del plan divino de Dios.
La frase "el que eres y que eras" resalta la existencia atemporal de Dios, un concepto que brinda consuelo a los creyentes al afirmar que Dios es constante e inmutable. Esta naturaleza eterna nos asegura que Sus juicios no son arbitrarios, sino que se basan en Su perfecta sabiduría. El pasaje invita a los cristianos a confiar en la justicia de Dios, incluso cuando se enfrentan a circunstancias desafiantes, y a encontrar paz en el conocimiento de que Sus caminos son, en última instancia, para el bien de toda la creación.