En este versículo, Dios enfatiza su propiedad sobre los primogénitos de Israel, vinculándolo a los dramáticos eventos del Éxodo, cuando golpeó a los primogénitos de Egipto. Este acto fue un momento crucial en la historia de Israel, mostrando el poder de Dios y su compromiso de liberar a su pueblo. Al reclamar los primogénitos, Dios establece un recordatorio perpetuo de su liberación y de la relación de pacto entre Él y los israelitas. Los primogénitos, ya sean humanos o animales, son apartados como una dedicación especial a Dios, simbolizando el principio más amplio de que toda vida y posesiones pertenecen en última instancia a Él. Esta dedicación sirve como una expresión tangible de gratitud y reconocimiento de la soberanía de Dios. También refuerza la idea de santidad y de ser apartados para propósitos divinos, animando a los israelitas a vivir de una manera que honre su relación única con Dios. El versículo subraya la importancia de la memoria y la dedicación en la vida de fe, invitando a los creyentes a reflexionar sobre los actos pasados de salvación de Dios y sus implicaciones continuas para vivir una vida dedicada a Él.
Porque todos los primogénitos son míos; así de los hijos de Israel como de los hombres, así de los animales; mío es el primogénito.
Números 3:13
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