En este pasaje, Jesús se prepara para los eventos que están por venir. Habla con sinceridad sobre el sufrimiento que soportará a manos de los gentiles, incluyendo ser escarnecido, azotado y, en última instancia, crucificado. Esta predicción de su pasión es un recordatorio conmovedor de la profundidad de su amor y la magnitud de su sacrificio por la humanidad. Sin embargo, Jesús también menciona su resurrección, afirmando que al tercer día será levantado a la vida. Esta promesa de resurrección es un pilar de la creencia cristiana, simbolizando esperanza, renovación y la victoria definitiva sobre el pecado y la muerte.
La mención de ser entregado a los gentiles significa la implicación de autoridades no judías en su crucifixión, destacando la naturaleza universal de su misión. La resurrección al tercer día es un poderoso testimonio del poder de Dios y el cumplimiento de la profecía. Para los cristianos, este pasaje es una fuente de consuelo y certeza de que, a través del sufrimiento y la resurrección de Cristo, los creyentes también pueden encontrar esperanza y redención en sus propias vidas. Sirve como un recordatorio de que, sin importar las pruebas que se enfrenten, siempre hay la promesa de nueva vida y esperanza eterna a través de la fe en Jesús.