En este intercambio, Jesús involucra a Pedro en un diálogo que invita a la reflexión sobre la naturaleza de la tributación y la autoridad. Al preguntar a Pedro si los reyes de la tierra recaudan impuestos de sus propios hijos o de los extraños, Jesús establece un paralelo con su propio estatus como Hijo de Dios. Generalmente, los reyes no imponen impuestos a sus propios hijos, lo que implica que, como Hijo de Dios, Jesús está exento del impuesto del templo. Sin embargo, elige pagar el impuesto para evitar causar ofensa, demostrando así humildad y respeto por las normas sociales. Este momento es una enseñanza profunda sobre el equilibrio entre el privilegio divino y la responsabilidad terrenal. Jesús afirma sutilmente su identidad divina mientras modela cómo vivir en armonía dentro de los sistemas humanos. Este pasaje invita a los creyentes a reflexionar sobre su propia identidad como hijos de Dios y cómo navegan las obligaciones terrenales con gracia y sabiduría.
Él dijo: Sí. Y cuando entró en la casa, Jesús le habló primero, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes reciben los reyes de la tierra los tributos o los censo? ¿De sus hijos o de los extraños?
Mateo 17:25
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