En este pasaje, Jesús se está preparando para los eventos que están por venir. Afirma claramente que será asesinado, pero también les asegura que resucitará al tercer día. Esta predicción es crucial porque subraya el tema central de la fe cristiana: la muerte y resurrección de Jesús como el camino hacia la salvación. La tristeza de los discípulos es una respuesta humana natural ante la idea de perder a su querido maestro y amigo. Sin embargo, las palabras de Jesús también ofrecen una promesa de esperanza y triunfo sobre la muerte, que es una piedra angular de la creencia cristiana.
La resurrección no es solo un evento milagroso, sino una demostración de la autoridad divina de Jesús y el cumplimiento del plan redentor de Dios. Asegura a los creyentes que la muerte no es el final, sino una transición hacia la vida eterna. Este mensaje anima a los cristianos a aferrarse a la esperanza y la fe, incluso en tiempos de desesperación, sabiendo que el poder de Dios puede traer vida de la muerte y alegría del luto.