En este momento, los discípulos se acercan a Jesús en privado, buscando entender por qué no pudieron expulsar a un demonio. Esta consulta revela su genuino deseo de aprender y crecer en su camino espiritual. Anteriormente, Jesús les había otorgado autoridad para expulsar demonios, pero en esta ocasión se encontraron incapaces de hacerlo. Esta situación subraya una lección clave sobre la naturaleza de la fe y la dependencia de Dios.
La pregunta de los discípulos apunta a una comprensión más profunda de que la autoridad espiritual y el éxito no se basan únicamente en técnicas o fórmulas, sino en una confianza y fe profundas en Dios. Más adelante, Jesús explica que su falta de fe fue la razón de su incapacidad, enfatizando que incluso una fe tan pequeña como un grano de mostaza puede mover montañas. Esto enseña que la fe, incluso en pequeñas medidas, es poderosa cuando se coloca en la fuente correcta: Dios. Es un llamado a profundizar la fe y la confianza en el poder de Dios, recordando a los creyentes que las victorias espirituales se logran a través de la fuerza divina y no solo del esfuerzo humano.