Jesús describe las obras milagrosas que definen Su ministerio, enfatizando Su papel como el Mesías. Al dar vista a los ciegos y permitir que los cojos caminen, cumple las profecías de Isaías, demostrando que el reino de Dios está cerca. Limpiar a los leprosos y hacer que los sordos oigan ilustra aún más Su poder para sanar y restaurar, tanto física como espiritualmente. La resurrección de los muertos señala Su autoridad sobre la vida y la muerte, apuntando a la esperanza última de la resurrección. Proclamar el evangelio a los pobres subraya Su misión de elevar a los marginados y oprimidos, ofreciéndoles esperanza y dignidad. Estos actos no son meramente milagros, sino señales del nuevo pacto, donde el amor y la gracia de Dios se extienden a todos, sin importar su estatus o condición. El ministerio de Jesús es un testimonio de la naturaleza inclusiva y transformadora del reino de Dios, invitando a todos a experimentar renovación y salvación.
Cada uno de estos milagros refleja la compasión de Jesús y Su deseo de que todos, especialmente los más necesitados, encuentren sanación y esperanza en Él. Su mensaje es claro: no hay barreras para el amor de Dios, y todos son bienvenidos en Su reino.