Las genealogías en la Biblia, como la que se encuentra en el primer capítulo de Mateo, tienen un propósito significativo. Establecen el linaje legal y real de Jesús, rastreando su ascendencia a través de José, su padre terrenal, hasta figuras clave en la historia judía. Este versículo en particular menciona a Elihud, Eleazar, Matán y Jacob, mostrando la continuidad de las promesas del pacto de Dios a lo largo de las generaciones. Cada nombre representa un eslabón en la cadena del plan redentor de Dios, que culmina en el nacimiento de Jesucristo.
Aunque estos nombres puedan parecer oscuros para los lectores modernos, nos recuerdan a las personas y familias reales que formaron parte de la historia en desarrollo de Dios. Esta genealogía subraya el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento y la legitimidad de Jesús como el Mesías. También nos recuerda que los planes de Dios a menudo abarcan generaciones, y cada persona, sin importar cuán insignificante parezca, tiene un papel en su narrativa divina. Como creyentes, se nos anima a vernos como parte de esta historia continua, contribuyendo a la obra de Dios en el mundo hoy.