Los discípulos, Pedro, Santiago y Juan, se encuentran en una experiencia única y transformadora en la montaña con Jesús. Al principio, están abrumados por el sueño, un estado que a menudo simboliza la falta de conciencia espiritual o percepción. Sin embargo, al despertar, se les concede una visión de Jesús en su estado glorificado, junto a Moisés y Elías. Este momento es significativo, ya que revela la naturaleza divina de Jesús y su cumplimiento de la ley y las profecías del Antiguo Testamento, con Moisés representando la Ley y Elías a los Profetas.
La transfiguración es un evento crucial que subraya la importancia de estar espiritualmente despiertos y alertas. Sirve como un recordatorio de que los encuentros divinos pueden ocurrir de manera inesperada, y estar espiritualmente preparados nos permite experimentar y comprender plenamente estos momentos. La presencia de Moisés y Elías también conecta la misión de Jesús con la narrativa más amplia de la obra de Dios a lo largo de la historia, afirmando su papel como el Mesías. Este pasaje anima a los creyentes a buscar la conciencia espiritual y la disposición para ser testigos y participar en la obra continua de Dios en el mundo.