Tras su resurrección, Jesús se encuentra con dos de sus discípulos que viajan a Emaús. Ellos discuten sobre los recientes acontecimientos en Jerusalén, incluyendo su crucifixión y los informes de su resurrección. Mientras caminan, Jesús se une a ellos, aunque no lo reconocen. Aprovecha esta oportunidad para ofrecer una enseñanza profunda, comenzando con los escritos de Moisés y extendiéndose a todos los Profetas. Jesús revela cómo estas escrituras no son solo textos históricos o religiosos, sino que son proféticas, apuntando directamente hacia Él y su misión.
Esta explicación de Jesús sirve como un poderoso recordatorio de la interconexión de la Biblia. Muestra que el Antiguo Testamento no está separado del Nuevo Testamento, sino que forma parte de una narrativa continua que encuentra su cumplimiento en Jesucristo. Al explicar estas escrituras, Jesús ayuda a sus discípulos, y a nosotros, a entender que su vida, muerte y resurrección eran parte del plan divino de Dios, profetizado mucho antes de que ocurrieran. Esta realización puede profundizar nuestra fe y comprensión de la Biblia como una historia cohesiva de redención.