En la parábola de los labradores malvados, Jesús narra la historia de un propietario que alquila su viña a unos labradores. Cuando llega el momento de recoger los frutos, los labradores maltratan y matan a los siervos enviados por el dueño. Finalmente, el propietario envía a su hijo, pensando que lo respetarán, pero los labradores también lo matan, con la esperanza de apoderarse de la herencia. Esta parábola es una metáfora de la relación de Dios con Israel, donde la viña simboliza las bendiciones de Dios y los labradores representan a los líderes que han rechazado a los profetas de Dios y, en última instancia, a Su Hijo, Jesús.
La afirmación sobre matar a los labradores y dar la viña a otros refleja el juicio de Dios sobre aquellos que rechazan a Sus mensajeros y Su gracia. Significa la transferencia del reino de Dios a aquellos que producirán sus frutos, simbolizando la inclusión de los gentiles y otros que aceptan el mensaje de Jesús. La reacción del pueblo, "¡No sea así!", muestra su sorpresa y negación ante un desenlace tan severo, destacando la seriedad de rechazar la oferta de salvación de Dios. Esta parábola anima a los creyentes a ser administradores fieles de los dones de Dios y a responder positivamente a Su llamado, asegurándose de ser parte de Su reino fructífero.