En la narrativa de la entrada de Jesús en Jerusalén, sus discípulos le traen un pollino para que monte, cumpliendo así la profecía de Zacarías 9:9, que habla de un rey que viene en paz, montando un asno. Este gesto de colocar mantos sobre el pollino y poner a Jesús sobre él fue una muestra de respeto y reconocimiento de su autoridad. Era costumbre honrar a una persona de alto estatus colocando prendas en el camino que iba a recorrer. Este evento se conoce como la Entrada Triunfal, marcando la aceptación pública de Jesús como el Mesías por parte de sus seguidores. La elección de un pollino en lugar de un caballo es significativa, ya que simboliza la misión de paz de Jesús en lugar de la conquista. Este momento es crucial en la narrativa del Evangelio, ya que prepara el escenario para los eventos de la Semana Santa, que conducen a la crucifixión y resurrección de Jesús. Subraya la naturaleza del reino de Jesús, que no es de este mundo, caracterizado por la humildad, el servicio y la paz, desafiando las expectativas de un mesías político o militar.
Y trajeron a Jesús un pollino, y echaron sobre él sus mantos, y montó sobre él.
Lucas 19:35
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