En la antigua Israel, los ciudadanos de Siquem y la casa de Milo se reunieron en un lugar notable, el gran árbol junto al pilar en Siquem, para coronar a Abimelec como su rey. Este sitio era probablemente un lugar tradicional para decisiones y ceremonias comunitarias significativas. Abimelec, hijo de Gedeón, buscó consolidar su poder aprovechando sus conexiones maternas en Siquem. Su ambición lo llevó a manipular su camino hacia el liderazgo, destacando las intrincadas dinámicas de poder y política en tiempos bíblicos.
La historia de Abimelec es una advertencia sobre la búsqueda del poder y los dilemas éticos que puede presentar. Su ascenso a la realeza no fue a través de un nombramiento divino o un consenso popular, sino mediante alianzas estratégicas y ambición personal. Este evento subraya la importancia de un liderazgo recto y los posibles peligros de buscar la autoridad por razones egoístas. También refleja el tema más amplio de la naturaleza cíclica del liderazgo en el Libro de los Jueces, donde los israelitas a menudo luchaban por mantener un gobierno fiel y justo.