En esta parte de la narrativa bíblica, Eglón, rey de Moab, se une a los amonitas y amalecitas para declarar la guerra a Israel. Sus fuerzas combinadas logran capturar la Ciudad de las Palmeras, conocida como Jericó, un lugar significativo en la historia de Israel. Este evento ocurre en un tiempo en el que los israelitas se habían alejado de Dios, lo que llevó a su sometimiento por potencias extranjeras. La historia subraya el patrón cíclico en el Libro de los Jueces, donde los israelitas caen en el pecado, enfrentan opresión, claman a Dios y finalmente son liberados por un juez. Este ciclo es un recordatorio poderoso de las consecuencias de apartarse de Dios, pero también enfatiza la misericordia duradera de Dios y su disposición para rescatar a su pueblo cuando se arrepienten. La captura de Jericó por estas fuerzas aliadas prepara el escenario para el surgimiento de Ehud, uno de los jueces que más tarde liberaría a Israel de la opresión moabita. Esta narrativa anima a los creyentes a permanecer fieles y confiar en el plan de Dios para la liberación, incluso en tiempos de dificultad.
Y reunió a los hijos de Amón y a los de Amalec, y salió y hirió a Israel, y tomó la ciudad de las palmeras.
Jueces 3:13
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