Sansón, un juez de Israel, había derrotado a un gran número de filisteos usando la quijada de un asno. Esta victoria no solo fue un testimonio de su fuerza física, sino también del empoderamiento divino que recibió. Una vez que la batalla terminó, Sansón arrojó la quijada, simbolizando que el instrumento ya no era necesario y que la victoria estaba completa. Al nombrar el lugar Ramath Lehi, o "Colina de la Quijada", Sansón conmemoró el evento, asegurando que la memoria de la intervención de Dios y su propia liberación no se olvidara.
Esta historia ilustra cómo Dios puede usar los medios más inesperados para lograr Sus propósitos. Recuerda a los creyentes que incluso en situaciones donde los recursos parecen insuficientes, Dios puede proporcionar la victoria. El acto de nombrar el lugar sirve como un testimonio duradero de la fidelidad y el poder de Dios. Este pasaje anima a los cristianos a confiar en la provisión de Dios y a reconocer Su mano en sus éxitos, sin importar cuán poco convencionales puedan parecer los medios.