El entierro de Josué en la tierra de su herencia, en Timnat-seraj, en la región montañosa de Efraín, simboliza la culminación de su misión en la vida y el cumplimiento de las promesas de Dios. Como líder que guió a los israelitas hacia la Tierra Prometida, el lugar de descanso final de Josué es un testimonio de su fidelidad y del legado que dejó. La ubicación, al norte del monte de Gaas, sitúa su sepultura en el corazón de la tierra que ayudó a conquistar y poblar, simbolizando el profundo vínculo entre el líder y la tierra.
Este momento marca una transición significativa para los israelitas, ya que pasan de la era de conquista bajo el liderazgo de Josué a un período de asentamiento y gobernanza en la tierra. Su entierro en su tierra heredada subraya el tema de la fidelidad de Dios en el cumplimiento de Sus promesas hacia Su pueblo. Sirve como un recordatorio de la importancia de la obediencia y la dedicación a los mandamientos de Dios, como lo ejemplifica la vida de Josué. La continuidad del pacto de Dios con Israel es evidente en la tierra, que sigue siendo un elemento central de su identidad y relación con Dios.