El versículo destaca la distribución de ciudades a los levitas, quienes eran responsables de las funciones religiosas y el servicio en Israel. A diferencia de otras tribus, los levitas no recibieron un territorio contiguo, sino ciudades específicas repartidas por la tierra. Hesbón y Jazer, junto con sus tierras de pastoreo, formaban parte de esta asignación. Este sistema permitió que los levitas estuvieran presentes en todo Israel, asegurando que cada tribu tuviera acceso a la guía espiritual y a los servicios religiosos. La inclusión de tierras de pastoreo era práctica, ya que proporcionaba a los levitas recursos para sustentarse y mantener a sus familias. Este arreglo refleja la importancia de integrar el liderazgo espiritual dentro de la comunidad, asegurando que la adoración y la instrucción religiosa fueran accesibles para todos. Al distribuir a los levitas entre las tribus, los israelitas mantenían una conexión con su fe y tradiciones, fomentando una identidad espiritual cohesiva. Este modelo de responsabilidad religiosa compartida y presencia subraya el valor de la comunidad y la fe en la vida diaria.
Las ciudades que los hijos de Merari tuvieron, por sus familias, fueron trece ciudades con sus ejidos.
Josué 21:39
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