En el estanque de Betesda, se congregó un número significativo de personas con discapacidades, esperando ser sanadas. Este estanque se creía que tenía poderes curativos especiales, y muchos acudían con la esperanza de ser curados. La escena pinta un vívido retrato del sufrimiento humano y el anhelo universal de alivio y restauración. También establece el contexto para el ministerio de Jesús, que a menudo se centraba en alcanzar a aquellos marginados por la sociedad. La presencia de ciegos, cojos y paralíticos subraya las necesidades físicas y espirituales de la humanidad. Las interacciones de Jesús con tales individuos demuestran Su compasión y disposición para relacionarse con aquellos que a menudo son pasados por alto. Este momento es un poderoso recordatorio de la esperanza y la sanación que la fe puede traer, animando a los creyentes a confiar en la intervención divina y a extender compasión a quienes lo necesitan. La narrativa nos invita a reflexionar sobre nuestras propias vidas y considerar cómo podemos ser instrumentos de sanación y esperanza en el mundo que nos rodea.
En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua.
Juan 5:3
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