En este poderoso encuentro, Jesús se dirige a Tomás, quien había expresado dudas sobre la resurrección de Jesús. Al invitar a Tomás a tocar sus heridas, Jesús proporciona evidencia tangible de su victoria sobre la muerte. Esta interacción subraya la naturaleza compasiva de Jesús, que nos encuentra en nuestras dudas y ofrece consuelo. La experiencia de Tomás es un testimonio del poder transformador de encontrarse con el Cristo resucitado. Nos enseña que la fe no se trata solo de ver, sino de confiar en la verdad de la resurrección de Jesús y su presencia continua en nuestras vidas.
La frase "deja de dudar y cree" sirve como un aliento suave pero firme para ir más allá del escepticismo y abrazar la fe. Nos recuerda que Jesús es paciente con nuestras dudas y está dispuesto a proporcionar la seguridad que necesitamos. Este pasaje invita a los creyentes a buscar una relación más profunda con Cristo, donde la fe se fortalece a través de experiencias personales y el reconocimiento de su obra en nuestras vidas. En última instancia, nos llama a una fe que es confiada y segura, fundamentada en la realidad del Señor resucitado.