Durante la crucifixión de Jesús, los soldados romanos realizaron una costumbre de dividir la ropa del condenado entre ellos. Esta práctica era habitual, ya que las prendas eran valiosas y representaban una forma de compensación para los soldados. Sin embargo, la túnica sin costura de Jesús era única, tejida en una sola pieza, lo que la hacía difícil de dividir sin dañarla. La naturaleza sin costura de esta prenda simboliza la unidad y la integridad de la misión de Jesús en la Tierra.
Además, el acto de dividir sus vestiduras cumple con la profecía de Salmo 22:18, que menciona el lanzamiento de suertes por las prendas. Esta conexión con la profecía subraya el plan divino y el cumplimiento de las escrituras a través de la vida y muerte de Jesús. La túnica sin costura puede verse como una metáfora de la naturaleza indivisible del mensaje de Jesús y la plenitud de la salvación que ofrece. Aun en medio del sufrimiento y la crueldad humana, la integridad del propósito y amor de Jesús permanece intacta, recordándonos su presencia duradera y la esperanza que brinda a los creyentes.