En el contexto de la resurrección de Lázaro, Jesús se dirige a Dios, reconociendo que siempre es escuchado por el Padre. Esta afirmación enfatiza la conexión íntima y continua entre Jesús y Dios. Sin embargo, Jesús elige hablar en voz alta para el beneficio de los espectadores, con el objetivo de fortalecer su fe y comprensión. Al hacerlo, revela su propósito y misión, que es guiar a las personas a creer en Él como el enviado de Dios. Este momento es un poderoso testimonio del papel de la fe y la importancia de ser testigos de actos divinos. La oración de Jesús no es solo una comunicación personal con Dios, sino un momento de enseñanza para quienes lo rodean, invitándolos a reconocer y confiar en su autoridad divina. El milagro de la resurrección de Lázaro se convierte en una señal tangible del poder de Dios y de la identidad de Jesús como el Hijo de Dios, alentando la creencia y la confianza en su mensaje y misión.
Y yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
Juan 11:42
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