Cuando Simón, hijo de Juan, es presentado a Jesús, ocurre algo profundo. Jesús ve de inmediato el potencial de Simón y le da un nuevo nombre: Cefas, que se traduce como Pedro, que significa 'roca'. Este renombramiento es significativo porque marca una transformación en la vida de Simón, indicando que se convertirá en una figura fundamental en la iglesia primitiva. Los nombres en tiempos bíblicos a menudo llevaban un profundo significado, y al darle a Simón un nuevo nombre, Jesús no solo reconoce su futuro papel, sino que también le otorga una nueva identidad y misión.
Este acto de renombrar refleja la percepción y autoridad de Jesús, ya que ve más allá del presente y hacia el potencial futuro de las personas. Sirve como un recordatorio de que Jesús llama a cada uno de nosotros por nuestro nombre e invita a una nueva vida con un propósito. En Cristo, no estamos definidos por nuestro pasado, sino que se nos da una nueva identidad y la oportunidad de participar en Su obra. Este encuentro anima a los creyentes a abrazar el poder transformador de Jesús en sus vidas y a confiar en el camino único que Él establece ante ellos.