En este versículo, el profeta Jeremías se dirige a las personas que se consideran sabias según los estándares mundanos, pero que se han alejado de las enseñanzas de Dios. Se subraya la idea de que la sabiduría no se trata meramente de capacidad intelectual o conocimiento terrenal. La verdadera sabiduría está profundamente arraigada en una relación con Dios y en la adherencia a Su palabra. Cuando los individuos o las sociedades rechazan la guía de Dios, pierden la esencia de la verdadera sabiduría, lo que conduce a la confusión y la desilusión.
Este versículo sirve como un mensaje de advertencia sobre las limitaciones de la sabiduría humana cuando no está alineada con la verdad divina. Sugiere que, sin el fundamento de la palabra de Dios, incluso las personas más eruditas pueden encontrarse en un estado de vergüenza y desorden. Esto resalta la importancia de la humildad y la necesidad de buscar la sabiduría a través de la percepción y comprensión espiritual. Al abrazar la palabra de Dios, uno puede encontrar la verdadera sabiduría que guía las decisiones de vida y proporciona un sentido de propósito y dirección.